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1. Encontrar
El propósito de la evangelización es llevar a las personas a encontrar
a Cristo.
Encontrar a Jesucristo
La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que prim-
erean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.
“Primerear”: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangeli-
zadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado
en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la
iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los
cruces de los caminos para invitar a los excluidos.
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Este encuentro personal es el acontecimiento clave en la vida de cada
discípulo que cambia la dirección de la vida, como vemos suceder tantas
veces en las vidas de los discípulos contadas en las Escrituras. Conocer a
Jesucristo lo cambió todo. Como aseveró el papa Benedicto XVI, “No se
comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por
el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
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Como dice
el papa Francisco, debemos estar convencidos de la importancia de este
encuentro para encontrar la fuerza para compartir nuestra fe: “No se puede
perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido,
por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que
no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es
lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder
contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo
mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con
la propia razón”.
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El papa Francisco invita “a cada cristiano, en cualquier
lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro
personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encon-
trar por Él”.
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¿Qué significa tener un “encuentro personal con Jesucristo”? Un
encuentro con Jesucristo puede venir de cualquier manera que conduzca el
Espíritu Santo, y la Iglesia ofrece muchas maneras de experimentar a Jesús
íntimamente, como por medio de la oración, los sacramentos, el culto, las
Escrituras y las obras de misericordia. La profesión pública de la propia fe