Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  263 / 706 Next Page
Basic version Information
Show Menu
Previous Page 263 / 706 Next Page
Page Background

Capítulo 17. La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida Cristiana

• 237

FORMAS DE PARTICIPAR EN

EL MISTERIO PASCUAL

Al participar en la Eucaristía, también participamos en el Misterio

Pascual de Cristo, es decir, en su muerte y Resurrección, el cual se nos

hace presente en el sacrificio eucarístico. Esta participación en el Misterio

Pascual de Cristo alcanza su cumbre cuando recibimos su Cuerpo y

Sangre en la Sagrada Comunión. La victoria y triunfo de Cristo sobre la

muerte se hace entonces presente en las vidas de aquellos que participan

en la Eucaristía.

La Sagrada Comunión fortalece nuestra comunión con Cristo.

“El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él”

(Jn 6:56). La Comunión con el Cuerpo de Cristo preserva, aumenta y

renueva la vida de gracia que recibimos con el Bautismo.

La Sagrada Comunión nos aleja del pecado. Recibimos el Cuerpo de

Cristo “entregado por nosotros” para salvarnos del pecado. Recibimos

la Sangre de Cristo “derramada por muchos para el perdón de los

pecados”. Nuestro amor por Dios se intensifica y así nuestras ataduras

desordenadas son debilitadas e incluso rotas. El amor divino borra los

pecados veniales.

La Sagrada Comunión nos ofrece la fortaleza, llamada gracia, para

mantenernos alejados del pecado mortal. Al progresar en nuestra amistad

con Cristo, este sacramento nos dificulta aún más romper nuestra unión

con él por el pecado mortal.

La Sagrada Comunión incrementa la vida de la Iglesia. La Iglesia

como una comunión se une de una forma aún más intima mediante la

celebración de la Eucaristía. Como dice un antiguo axioma, la Iglesia

crea Eucaristía y la Eucaristía crea Iglesia. Al recibir la Comunión, nos

unimos más plenamente a la Iglesia.

La Sagrada Comunión nos compromete a cuidar de los pobres. San

Pablo recordaba a los corintios que cuando compartían el Cuerpo de

Cristo en la Eucaristía, ellos también estaban llamados a cuidar de los

miembros más pobres de la comunidad (cf. 1 Co 11:17-34).

La participación en la celebración del sacrificio eucarístico es una

fuente y vía de la gracia, incluso aparte de la recepción de la Sagrada

Comunión en sí. Desde hace mucho tiempo se ha entendido que, si hay