Capítulo 17. La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida Cristiana
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FORMAS DE PARTICIPAR EN
EL MISTERIO PASCUAL
Al participar en la Eucaristía, también participamos en el Misterio
Pascual de Cristo, es decir, en su muerte y Resurrección, el cual se nos
hace presente en el sacrificio eucarístico. Esta participación en el Misterio
Pascual de Cristo alcanza su cumbre cuando recibimos su Cuerpo y
Sangre en la Sagrada Comunión. La victoria y triunfo de Cristo sobre la
muerte se hace entonces presente en las vidas de aquellos que participan
en la Eucaristía.
La Sagrada Comunión fortalece nuestra comunión con Cristo.
“El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él”
(Jn 6:56). La Comunión con el Cuerpo de Cristo preserva, aumenta y
renueva la vida de gracia que recibimos con el Bautismo.
La Sagrada Comunión nos aleja del pecado. Recibimos el Cuerpo de
Cristo “entregado por nosotros” para salvarnos del pecado. Recibimos
la Sangre de Cristo “derramada por muchos para el perdón de los
pecados”. Nuestro amor por Dios se intensifica y así nuestras ataduras
desordenadas son debilitadas e incluso rotas. El amor divino borra los
pecados veniales.
La Sagrada Comunión nos ofrece la fortaleza, llamada gracia, para
mantenernos alejados del pecado mortal. Al progresar en nuestra amistad
con Cristo, este sacramento nos dificulta aún más romper nuestra unión
con él por el pecado mortal.
La Sagrada Comunión incrementa la vida de la Iglesia. La Iglesia
como una comunión se une de una forma aún más intima mediante la
celebración de la Eucaristía. Como dice un antiguo axioma, la Iglesia
crea Eucaristía y la Eucaristía crea Iglesia. Al recibir la Comunión, nos
unimos más plenamente a la Iglesia.
La Sagrada Comunión nos compromete a cuidar de los pobres. San
Pablo recordaba a los corintios que cuando compartían el Cuerpo de
Cristo en la Eucaristía, ellos también estaban llamados a cuidar de los
miembros más pobres de la comunidad (cf. 1 Co 11:17-34).
La participación en la celebración del sacrificio eucarístico es una
fuente y vía de la gracia, incluso aparte de la recepción de la Sagrada
Comunión en sí. Desde hace mucho tiempo se ha entendido que, si hay