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Capítulo 20. El Sacramento del Orden

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la salvación de los demás. Los que reciben estos sacramentos crecen en

santidad al servir a los demás. Reflexionaremos sobre el Orden en este

capítulo y sobre el Matrimonio en el siguiente.

MIRA A CRISTO, NUESTRO SUMO SACERDOTE

Los ojos de todos […] estaban fijos en él.

—Lc 4:20

El Evangelio de Lucas menciona la presencia de Jesús en un servicio

religioso en la sinagoga de Nazaret al principio de su ministerio público,

su primera visita desde el comienzo de su ministerio público. La sinagoga

era un espacio simple, sin adornos, para reunirse para rezar y para la

instrucción religiosa. Después de una oración, le dieron a Jesús un rollo

de pergamino en el que estaba escrito el capítulo 61 del profeta Isaías.

Jesús leyó estas palabras: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque

me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la

liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los

oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4:18-19).

Enrolló el pergamino y se sentó. Hubo una pausa silenciosa mientras

que todos miraban a Jesús atentamente. Él dijo: “Hoy mismo se ha

cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír” (Lc

4:21). Jesús se presentó a sí mismo ante ellos como lleno del Espíritu,

consagrado y ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres. Desde

el momento de la concepción de Jesús en el vientre de la Virgen María

hasta su Resurrección, él estuvo lleno del Espíritu Santo. En lenguaje

bíblico, él había sido ungido por el Espíritu Santo y por tanto había sido

establecido por Dios Padre como nuestro sumo sacerdote.

Como el Señor Resucitado, él continúa siendo nuestro sumo

sacerdote. “De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por

su medio se acercan a Dios, ya que vive eternamente para interceder por

nosotros. Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos

convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores” (Hb

7:25-26). Mientras que todos los bautizados participan del sacerdocio