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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada

acto litúrgico, que se celebra apropiadamente con una liturgia pública

en una iglesia. Se pide encarecidamente a los católicos que celebren su

matrimonio dentro de la Liturgia Eucarística.

LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO

Según la tradición latina, los esposos, como ministros de

la gracia de Cristo, manifestando su consentimiento ante

la Iglesia, se confieren mutuamente el sacramento del

matrimonio. En las tradiciones de las Iglesias orientales,

los sacerdotes —Obispos o presbíteros— son testigos

del recíproco consentimiento expresado por los esposos,

pero también su bendición es necesaria para la validez

del sacramento.

—CIC, no. 1623

En la Iglesia latina, el consentimiento libre de la pareja es central en la

celebración del matrimonio. De acuerdo a la ley de la Iglesia, cuando dos

católicos se casan deben intercambiar este consentimiento en presencia de

un ministro de la Iglesia, de dos testigos y de la congregación. El sacerdote

o el diácono recibe este consentimiento, pero el matrimonio en sí tiene

lugar mediante el consentimiento público de la pareja. El sacerdote invita a

la pareja a hacerlo con estas palabras: “Así pues, ya que quieren establecer

entre ustedes la alianza santa del matrimonio, unan sus manos y expresen

su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia”. Existen varias fórmulas

para este consentimiento. Una de las que se pueden usar es la siguiente:

“Yo, [

Nombre

], te acepto a ti, [

Nombre

], como mi [

esposo/a

] y prometo

serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y

amarte y respetarte todos los días de mi vida”. En las Iglesias orientales, el

sacramento se confiere con la bendición del sacerdote tras haber recibido

el consentimiento de la pareja.

El consentimiento queda simbolizado aún más en la Iglesia latina

con la bendición e intercambio de anillos con estas palabras: “[

Nombre

]

recibe este anillo como signo de mi amor y de mi fidelidad. En el nombre

del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.