Capítulo 26. El Segundo Mandamiento: Respeta el Nombre de Dios
• 381
modelo de caridad y le asegura la oración intercesora del santo (cf.
CIC, no. 2165).
• Se nos prohíbe usar el nombre de Dios para perjurar o dar falso testi
monio, que es usar el nombre de Dios para respaldar nuestra mentira.
MEDITACIÓN
La Carta de Santiago, en el Nuevo Testamento, contiene un recordatorio
del poder del habla humana:
Quien no falla al hablar es hombre perfecto, capaz de dominar
todo su cuerpo. Piensen que a los caballos les ponemos el freno
en el hocico para hacerlos obedecer y para dirigir, así, todo su
cuerpo. Fíjense también en los barcos: son muy grandes, los
empujan vientos muy fuertes, y sin embargo, el piloto los dirige a
su arbitrio, por medio de un pequeñísimo timón. Pues lo mismo
pasa con la lengua: es un órgano muy pequeño y se cree capaz
de grandes cosas.
Bien saben ustedes además, que un fuego insignificante
incendia todo un bosque. Pues la lengua es un fuego y encierra
en sí todo un mundo de maldad. Es uno de nuestros órganos,
y sin embargo, contamina el cuerpo entero; prendida por el
infierno, incendia todo el curso de nuestra existencia.
Por otra parte, toda clase de fieras y aves, de reptiles y
animales marinos se pueden domar y han sido domados por el
hombre; pero ningún hombre ha podido domar la lengua, que
es una constante amenaza, cargada de veneno mortal. Con la
lengua bendecimos al que es nuestro Señor y Padre, y con ella
maldecimos a los hombres, creados a imagen de Dios. De la
misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos,
esto no debe ser así. ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño
agua dulce y amarga? Hermanos, ¿Puede acaso la higuera dar
aceitunas, o higos la vid? Tampoco un manantial de agua salada
puede dar agua dulce.
—St 3:2-12