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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida

que explotaban a sus trabajadores, hombres, mujeres y niños que

trabajaban quince horas al día, a menudo también los domingos.

Hoy en día, en algunos lugares de nuestro país, han regresado

aquellas fábricas explotadoras donde se trabaja siete días a la semana.

Esto es tanto una injusticia hacia los pobres como un abuso del descanso

dominical, y tenemos que encontrar formas de corregirlo. “La acción

de Dios es el modelo de la acción humana. Si Dios ‘tomó respiro’ el día

séptimo (Ex 31:17), también el hombre debe ‘descansar’ y hacer que los

demás, sobre todo los pobres, ‘recobren aliento’” (CIC, no. 2172).

Millones de personas en nuestra cultura se niegan un día de descanso.

Una actividad incesante, tan característica de una sociedad de consumo,

quiere decir que raramente el domingo es un día de descanso. Se hacen

excepciones para aquellos que deben trabajar por el bien público, pero

este no es el problema. Hay demasiada gente que simplemente está

ocupada y exhausta los domingos, al igual que lo están el resto de

la semana. Para muchos el domingo ni es un día de descanso ni un día

de culto.

Dios colocó en la naturaleza humana un ritmo entre el trabajo y el

descanso. Deberíamos tratar este descanso como algo sagrado ya que es

nuestra forma de dejar de un lado las demandas de nuestro trabajo para

así tener tiempo para darnos cuenta del cuidado providencial de Dios

por la creación. Nuestro extraordinario progreso a la hora de obtener

control sobre el mundo nos puede llevar a olvidarnos que Dios es el

Creador de quien todo depende. La ciencia y la tecnología son dones

dignos de admiración, pero no debemos dejar que oculten al verdadero

autor de todo lo que existe. Santificar el día del Señor también puede

ayudar a corregir una sociedad consumista que tiende a dar valor a las

personas según su productividad y posesiones materiales.

El descanso dominical pone toda nuestra vida en perspectiva.

Nos ayuda a alejarnos de nuestras preocupaciones materiales y refle­

xionar sobre los valores espirituales. Al detenernos para tomar un

respiro alejados de las presiones de nuestros puestos de trabajos, nos

encontramos libres para abrir nuestras almas a los asuntos que tienen

una importancia eterna. El descanso dominical nos permite observar de