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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida
del hogar.María había crecido en virtud y gracia durante su niñez.También
tenía una gran devoción al Santísimo Sacramento, el cual había recibido
por primera vez en mayo de ese mismo año.
Alessandro comenzó a acechar a María y a realizar avances sugestivos
hacia ella, avances que ella siempre rehusó sin dudar. Finalmente, su
rechazo llevó a Alessandro a tomarse el asunto en sus propias manos.
El 5 de julio de 1902,María —que no tenía todavía doce años— estaba
pacíficamente cosiendo y cuidando de su hermana pequeña, Theresa.
Alessandro, que tenía dieciocho años, agarró el brazo de María, la llevó
hasta la cocina e intentó violarla. Ella luchó y le rogaba que parase,
exclamando que lo que él estaba intentando hacer era un pecado
prohibido por Dios.Su resistencia enfureció aAlessandro quien,no habiendo
podido estrangularla, la acuchilló catorce veces.
María fue llevada al hospital, donde estuvo sufriendo durante todo un
día. Cuando recobró el conocimiento, miró atentamente una estatua de
la Santísima Virgen María que estaba a los pies de la cama.Antes de recibir
el
Viaticum
,María perdonó a Alessandro por lo que había hecho y expresó
el deseo de que él se reuniera con ella en el cielo. María murió de sus
heridas el 6 de julio de 1902.
Alessandro Serenelli fue pronto arrestado, declarado culpable y sen-
tenciado a treinta años de cárcel por su crimen. A los ocho años de estar
en prisión, María se le apareció a Alessandro en un sueño. María recogía
lirios que luego se los daba a él. Los lirios brillaban tanto que le aseguraron
a Alessandro que ella lo había perdonado. La visión lo llevó a una conver-
sión, lo que lo reconcilió con Dios, con la Iglesia y con la familia Goretti.
El Papa Pío XII canonizó a María Goretti el 24 de junio de 1950.Su madre
Assunta y su asesino, Alessandro Serenelli estaban ambos presentes en la
canonización. Santa María Goretti ha sido nombra Santa Patrona de la
juventud contemporánea. Su amor por su atacante —mostrado mediante
su perdón y su pureza espiritual y física sirven de modelo para todos los
cristianos. Su pureza ilustra el Noveno Mandamiento.
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