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Cuarta Parte. La Oración: La Fe Orada
1. ¿Cuáles son algunos de los conceptos erróneos que tenemos
de la oración?
Unos ven en ella una simple operación psicológica, otros
un esfuerzo de concentración para llegar a un vacío men
tal. Otros la reducen a actitudes y palabras rituales. En el
inconsciente de muchos cristianos, orar es una ocupación
incompatible con todo lo que tienen que hacer: no tienen
tiempo. (CIC, no. 2726)
A estas tentaciones que ponen en duda la utilidad o la
posibilidad misma de la oración conviene responder con
humildad, confianza y perseverancia. (CIC, no. 2753)
2. ¿Cómo está tu oración conectada a la vida cristiana?
Oración y
vida cristiana
son
inseparables
porque se trata del
mismo amor y de la misma renuncia que procede del amor.
La misma conformidad filial y amorosa al designio de amor
del Padre. La misma unión transformante en el Espíritu
Santo que nos conforma cada vez más con Cristo Jesús.
El mismo amor a todos los hombres, ese amor con el cual
Jesús nos ha amado. (CIC, no. 2745)
3. Cuando nuestras oraciones parecen no ser contestadas, ¿qué
deberíamos recordar?
No te aflijas si no recibes de Dios inmediatamente lo que
pides: es él quien quiere hacerte más bien todavía mediante
tu perseverancia en permanecer con él en oración. (CIC, no.
2737, citando Evagrio Ponticus,
De Oratione
, 34: PG 79, 1173)
La confianza filial se pone a prueba cuando tenemos el
sentimiento de no ser siempre escuchados. El Evangelio
nos invita a conformar nuestra oración al deseo del
Espíritu. (CIC, no. 2756)
DEL CATECISMO