III. El diácono en su estado de vida
El diácono casado
66. La mayoría de los diáconos en los Estados Unidos son
casados.
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Estos hombres traen al Sacramento de las Órdenes Sagradas
el regalo que ya han recibido y todavía nutren por su participación en
el Sacramento del Matrimonio. Este sacramento santifica el amor entre los esposos,
haciéndolo un signo eficaz del amor con el que Cristo se entrega a la Iglesia. El matrimonio
requiere una “donación interpersonal, mutua fidelidad, fuente de vida nueva, sostén en los
momentos de alegría y de dolor.”
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Vivido con fe dentro de la Iglesia doméstica, este
ministerio es un signo para toda la Iglesia del amor de Cristo y constituye la base del singular
don del diácono casado en la Iglesia.
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El amor matrimonial
es signo del amor de
Cristo por la Iglesia
67.
“El diácono y su esposa deben ser un ejemplo vivo de
fidelidad
e indisolubilidad en el matrimonio cristiano
ante un mundo
urgentemente necesitado de tales signos. Afrontados con
espíritu de fe,
los retos de la vida
matrimonial y las exigencias de la vida diaria fortalecen la vida familiar no sólo de la
comunidad eclesial sino de toda la sociedad. Hacen ver también cómo pueden ser
armonizadas en el
servicio a la misión de la Iglesia
las obligaciones de la familia, trabajo y
ministerio. Los diáconos, sus esposas y sus hijos pueden constituir una fuente de ánimo para
todos cuantos están trabajando por la promoción de la vida familiar.”
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Vida familiar, trabajo
y ministerio
68. El diácono casado, su esposa y su familia, dan testimonio de la
santidad del matrimonio. Mientras más crezcan en mutuo amor,
conformando sus vidas a las enseñanzas de la Iglesia sobre matrimonio y sexualidad, más
dan a la comunidad cristiana un modelo del amor, la compasión y el sacrificio personal de
Cristo. Recuerde siempre el diácono casado que por su participación sacramental en ambos
sacramentos, primero en el Matrimonio y de nuevo en las Órdenes Sagradas, debe ser fiel a
ambos. Con integridad debe vivir ambos sacramentos en armonía y equilibrio. La esposa de
un diácono debe ser incluida con su esposo, cuando sea apropiado, en reuniones del personal
Testigo de la santidad
del matrimonio
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