enseña lo que crees, y practica lo que enseñas.”
79
El diácono debe ser siempre un estudiante
de la Palabra de Dios, pues sólo cuando esa Palabra esté profundamente arraigada en su
propia vida, puede él llevarla a los demás.
80
El diácono debe recordar que, como miembro qu
es de la jerarquía, sus acciones y pronunciamientos involucran a la Iglesia y a su Magisterio.
Por tanto, está obligado a valorar la comunión y misión que le unen con el Santo Padre y con
su propio obispo, especialmente al predicar la Sagrada Escritura, el Credo, las enseñanzas
católicas y la disciplina de la Iglesia.
81
80. Los diáconos son ordenados para “proclamar el Evangelio y
predicar la palabra de Dios.”
82
“Gozan de la facultad de predicar en
cualquier parte, según las condiciones previstas por el Código [la ley canónica].”
83
Se debe
entrenar a los diáconos para que preparen sus homilías “con especial cuidado en la oración,
en el estudio de los textos sagrados, en la plena sintonía con el Magisterio y en la reflexión
sobre las expectativas [edad, cultura y habilidades] de los destinatarios.”
84
Además, “a través
de su buena conducta… [al] transmitir las enseñanzas cristianas o al estudiar los problemas
de su tiempo… [los diáconos] colaboran con el obispo y con los presbíteros en el ejercicio
del ministerio, no de la propia sabiduría, sino de la Palabra de Dios, invitando a todos a la
conversión y a la santidad.”
85
La diaconía de la
palabra
81. Los diáconos tengan presente que es necesario someter al
juicio del ordinario, antes de su publicación, los escritos concernientes
a la fe y a las costumbres. Los diáconos han de adherirse a las normas
establecidas por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos o a las pautas diocesanas
cuando participen en transmisiones por radio o televisión, medios públicos e Internet.
86
Publicaciones, uso de
medios públicos y del
Internet
El Ministerio de la Liturgia en la Iglesia
82. Como participante ordenado en el ministerio de la liturgia en la
Iglesia, el diácono confirma su identidad como servidor del Cuerpo de
Cristo. En la celebración de los sacramentos, ya sea que presida o asista al que preside,
“recuerde que estas acciones de la Iglesia, si son vividas con fe y reverencia, contribuyen al
crecimiento de su vida espiritual y a la edificación de la comunidad cristiana.”
87
La diaconía de la
liturgia
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