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inmigrantes que buscan trabajo, asegurando que tengan oportunidades para

un hogar seguro, una educación para sus hijos y una vida decente para sus

familias, así como poniendo fin a la práctica de separar a las familias por medio

de la deportación. A la luz de la invitación del Evangelio de ser constructores

de la paz, nuestro compromiso de solidaridad con nuestro prójimo —en

nuestro país y en el extranjero— también nos exige que promovamos la paz

y busquemos la justicia en un mundo dañado por una violencia y conflictos

terribles. Las decisiones de usar la fuerza deberían estar guiadas por criterios

morales tradicionales y tomadas sólo como último recurso. Como enseñó el

beato Pablo VI: “Si quieres la paz, trabaja por la justicia” (

Mensaje para la

celebración de la Jornada de la Paz

, 1 de enero de 1972).

53. En referencia a la solidaridad, se debe dar un énfasis especial a la

opción

preferencial de la Iglesia por los pobres

. Mientras que el bien común abarca

a todos, quienes son débiles, vulnerables y están más necesitados se merecen

ser objeto de una opción preferencial. Una prueba moral básica para cualquier

sociedad es la forma en que trata a los más vulnerables. En una sociedad

dañada por las disparidades entre los ricos y los pobres, la Sagrada Escritura

nos ofrece el relato del juicio final (véase Mt 25:31-46) y nos recuerda que

seremos juzgados de acuerdo a nuestra respuesta hacia los “más pequeños”. El

Catecismo de la Iglesia Católica

explica que:

Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de

preferencia por parte de la Iglesia, que, desde los orígenes, y a

pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de

trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho

mediante innumerables obras de beneficencia, que siempre y

en todo lugar continúan siendo indispensables. (no. 2448)

54. El papa Benedicto XVI ha enseñado que “practicar el amor hacia las

viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo,

pertenece a su esencia [de la Iglesia] tanto como el servicio de los Sacramentos

y el anuncio del Evangelio” (

Deus Caritas Est

, no. 22). Esta opción

preferencial por los pobres y los vulnerables incluye a todas las personas

marginadas en nuestra nación y más allá de ella: los niños no nacidos, las

personas con discapacidad, los ancianos y enfermos terminales, las víctimas de

la injusticia y la opresión y los inmigrantes.

H H H