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60. La Iglesia tiene sus principios pero no una ideología. Como escribió San
Juan Pablo II en su encíclica
Sollicitudo Rei Socialis
,
La doctrina social de la Iglesia no es . . . una ideología, sino la
cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión
sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la
sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de
la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas
realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo
que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación
terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia
la conducta cristiana. Por tanto, no pertenece al ámbito de la
ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología
moral. (
Sollicitudo Rei Socialis
, no. 41)
No podemos poner a un lado nuestros principios fundamentales o doctrina
moral. Estamos comprometidos a ser claros respecto a nuestra doctrina moral y
a comportarnos civilizadamente. En el ámbito público, es importante practicar
las virtudes de la justicia y la caridad, que son elementos esenciales de nuestra
Tradición. Deberíamos trabajar de distintas formas con otras personas para
poder promover nuestros principios morales.
61. A la luz de estos principios y de las bendiciones que compartimos al ser
parte de una nación democrática y libre, nosotros, los obispos, repetimos
vigorosamente nuestro llamado a un tipo renovado de política que esté:
•
enfocado más en los principios morales que en las últimas encuestas;
•
enfocado más en las necesidades de los débiles que en los beneficios de los
poderosos;
•
enfocado más en la búsqueda del bien común que en las demandas de los
intereses mezquinos.
62. Este tipo de participación política refleja la doctrina social de nuestra
Iglesia y las mejores tradiciones de nuestra nación.