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algunas cuestiones tratan de principios que nunca pueden ser abandonados,

como el derecho fundamental a la vida y al matrimonio como la unión de un

hombre y una mujer. Otras reflejan nuestro juicio acerca de la mejor manera

de aplicar los principios católicos a cuestiones políticas. Ningún resumen

podría reflejar plenamente la profunda riqueza y detalles de las posiciones

tomadas a lo largo del trabajo de la Conferencia de Obispos Católicos de los

Estados Unidos (USCCB). Mientras que las personas de buena voluntad a

veces eligen maneras diferentes de aplicar algunos de nuestros principios y

obrar según ellos, los católicos no pueden ignorar sus ineludibles retos morales

o simplemente descartar la orientación o directrices políticas de la Iglesia

que surgen de estos principios. Para una información más completa de estas

directrices políticas y sus fundamentos morales, véanse las declaraciones

enumeradas al final de este documento.

La vida humana

64. Nuestra declaración

Vivir el Evangelio de la Vida

, de 1988, declara que:

“El

aborto

y la

eutanasia

se han convertido en amenazas preeminentes a

la dignidad humana porque atacan directamente a la vida misma, el más

fundamental de los bienes humanos y la condición para todos los demás”

(no. 5). El

aborto

provocado

, el asesinato deliberado de un ser humano

antes de su nacimiento, nunca es moralmente aceptable y siempre debe ser

rechazado. La

clonación

y la

destrucción de embriones humanos

para la

investigación científica o incluso para curas potenciales están siempre mal.

Quitar deliberadamente la vida humana mediante el

suicidio asistido

y la

eutanasia

no es una obra de misericordia, sino un asalto injustificado a la vida

humana. El

genocidio

, la

tortura

y el

ataque directo e intencionado a los no

combatientes en una guerra o ataque terrorista

siempre están mal.

65. Las leyes que legitiman cualquiera de estas prácticas son profundamente

injustas e inmorales. Nuestra Conferencia apoya las leyes y políticas que

protegen la vida humana en el mayor grado posible, incluida la protección

constitucional de los no nacidos y los intentos legislativos de terminar con el

aborto provocado, el suicidio asistido y la eutanasia. También promovemos

una cultura de la vida al apoyar leyes y programas que promueven el

nacimiento de niños y la adopción en lugar del aborto provocado, y al buscar

soluciones a la pobreza, brindar cuidado médico y ofrecer otros tipos de ayuda

a las mujeres embarazadas, a los niños y a las familias.