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La dignidad de la persona humana
44. La vida humana es sagrada. La
dignidad de la persona humana
es la base
de una visión moral para la sociedad. Los ataques a las personas inocentes
no son nunca moralmente aceptables, en ninguna etapa de la vida ni bajo
ninguna condición. En nuestra sociedad, la vida humana está especialmente
bajo ataque directo del aborto provocado, que algunos actores políticos
caracterizan equivocadamente como una cuestión de “salud de la mujer”.
Otras amenazas directas a la santidad de la vida humana incluyen la eutanasia
y el suicidio asistido (a veces falsamente etiquetados como “muerte con
dignidad”), la clonación humana, la fecundación in vitro y la destrucción de
embriones humanos para la investigación científica.
45. La doctrina católica sobre la dignidad de la vida nos llama a que nos
opongamos a la tortura,
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a la guerra injusta y al uso indiscriminado de drones
para fines violentos; a que prevengamos el genocidio y los ataques contra los
no combatientes; a que nos opongamos al racismo; a que nos opongamos a la
trata de personas; y a que venzamos a la pobreza y el sufrimiento. Las naciones
están llamadas a proteger el derecho a la vida buscando maneras efectivas de
combatir el mal y el terror, sin hacer uso de los conflictos armados excepto
como último recurso después de que todos los medios pacíficos han fallado,
y a poner fin al uso de la pena de muerte como un medio para proteger a la
sociedad de los delitos violentos. Veneramos la vida de los niños en el útero,
la vida de las personas que mueren a causa de la guerra y la hambruna, y de
hecho la vida de todos los seres humanos, como hijos e hijas de Dios. Nos
oponemos a estas y todas las actividades que contribuyen a lo que el papa
Francisco ha llamado “una cultura de usar y tirar”.
Subsidiaridad
Es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos,
las asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones
agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional,
político, a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su
efectivo crecimiento social.
(
Compendio de la doctrina social de la Iglesia
, no. 185)