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34. Los católicos a menudo afrontan decisiones difíciles sobre cómo votar.

Es por esto que es tan importante votar de acuerdo con una conciencia bien

formada que perciba la relación apropiada que existe entre los bienes morales.

Un católico no puede votar a favor de un candidato que toma una posición a

favor de algo intrínsecamente malo, como el aborto provocado, la eutanasia,

el suicidio asistido, el sometimiento deliberado de los trabajadores o los pobres

a condiciones de vida infrahumanas, la redefinición del matrimonio en formas

que violan su significado esencial, o comportamientos racistas, si la intención

del votante es apoyar tal posición. En tales casos un católico sería culpable

de cooperar formalmente con un mal grave. Pero al mismo tiempo, un

votante no debería usar la oposición a un mal intrínseco de un candidato para

justificar una indiferencia o despreocupación hacia otras cuestiones morales

importantes que atañen a la vida y dignidad humanas.

35. Puede haber ocasiones en que un católico que rechaza una posición

inaceptable de un candidato incluso sobre políticas que promueven un acto

intrínsecamente malo decida razonablemente votar a favor de ese candidato

por otras razones moralmente graves. Votar de esta manera sería solamente

aceptable si verdaderamente existen razones morales graves, y no para

promover intereses mezquinos o las preferencias de un partido político o para

ignorar un mal moral fundamental.

36. Cuando todos los candidatos tienen una posición que favorece un mal

intrínseco, el votante concienzudo afronta un dilema. El votante puede

decidir tomar el extraordinario paso de no votar por ningún candidato o, tras

deliberar cuidadosamente, puede decidir votar por el candidato que piense que

sea quien probablemente menos promueva tal posición moralmente defectuosa

y que sea quien probablemente más apoye otros bienes humanos auténticos.

37. Al tomar estas decisiones, es esencial que los católicos estén guiados por

una conciencia bien formada que reconozca que todas las cuestiones no tienen

el mismo peso moral y que la obligación de oponerse a actos intrínsecamente

malos tiene una relevancia especial en nuestra conciencia y acciones. Estas

decisiones deberían tener en cuenta los compromisos, el carácter, la integridad

y la habilidad que tiene un candidato de influenciar en un asunto específico.

Finalmente, estas son decisiones que cada católico debe tomar guiado por una

conciencia formada por la doctrina moral de la Iglesia.

H H H