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modeladas por estos valores humanos fundamentales y oponerse a las leyes
y políticas que violen la vida y la dignidad en cualquier etapa desde la
concepción hasta la muerte natural. Esto no es traer un “interés católico”
a la esfera política; es insistir en que la verdad de la dignidad de la persona
humana, como la descubre la razón y la confirma la revelación, debe estar en
el primer plano de todas las consideraciones políticas.
¿Qué dice la Iglesia sobre la doctrina social católica en el ámbito
público? — Cuatro principios de la doctrina social católica
Los principios permanentes de la doctrina social de la Iglesia constituyen los verdaderos
y propios puntos de apoyo de la enseñanza social católica: se trata del principio de
la dignidad de la persona humana, . . . del bien común, de la subsidiaridad y de
la solidaridad. Estos principios [son] expresión de la verdad íntegra sobre el hombre
conocida a través de la razón y de la fe . . .”
(
Compendio de la doctrina social de la Iglesia
, no. 160)
40. En palabras del papa Francisco, “para avanzar en esta construcción de
un pueblo en paz, justicia y fraternidad, hay cuatro principios relacionados
con tensiones bipolares propias de toda realidad social. Brotan de los grandes
postulados de la Doctrina Social de la Iglesia, los cuales constituyen ‘el primer
y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la valoración
de los fenómenos sociales’” (
Evangelii Gaudium
, no. 221). En conjunto, estos
principios proporcionan un marco moral para la participación católica en la
promoción de lo que hemos llamado en otro lugar una “ética uniforme hacia
la vida” (
Vivir el Evangelio de la Vida
, no. 23). Entendida correctamente, esta
ética ni trata todas las cuestiones como equivalentes moralmente ni reduce
la doctrina católica a una o dos cuestiones. Ancla el compromiso católico
de defender la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural,
a la obligación moral fundamental de respetar la dignidad de cada persona
como hijo o hija de Dios. Nos une como un “pueblo de la vida y para la vida”
(
Evangelium Vitae
, no. 6) comprometido a construir lo que San Juan Pablo
II denominó “una cultura nueva de la vida” (
Evangelium Vitae
, no. 77). Esta
cultura de la vida comienza con la obligación principal de proteger la vida