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Tomar decisiones morales
31. Las decisiones sobre la vida política son complejas y requieren del ejercicio
de una conciencia bien formada apoyada por la prudencia. Este ejercicio
de la conciencia comienza con una oposición inmediata a las leyes y a las
otras políticas que violan la vida humana o debilitan su protección. Quienes
consciente, deliberada y directamente apoyan políticas públicas o legislaciones
que socavan los principios morales fundamentales están cooperando con el mal.
32. A veces ya existen leyes moralmente defectuosas. En estas situaciones, el
proceso de crear un marco legislativo para proteger la vida está sujeto a un
juicio prudencial y al “arte de lo posible”. A veces este proceso puede restaurar
la justicia sólo parcial o gradualmente. San Juan Pablo II, por ejemplo, enseñó
que cuando un legislador que se opone plenamente al aborto no consigue
exitosamente cambiar una ley que está a favor del aborto, entonces él o
ella pueden dedicarse a mejorar la protección de la vida humana no nacida
trabajando para “limitar los daños de esa ley” y atenuar su impacto negativo
tanto como sea posible (
Evangelium Vitae
, no. 73). Tales mejoras paulatinas
de la ley son tan aceptables como los pasos que llevan a una restauración
plena de la justicia. Sin embargo, los católicos nunca deben abandonar el
requerimiento moral de buscar la protección plena de toda vida humana,
desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
33. El juicio prudencial también es necesario cuando se aplican los principios
morales a opciones políticas específicas en áreas tales como el conflicto
armado, la vivienda, el cuidado médico, la inmigración y otras. Esto no quiere
decir que todas las opciones sean válidas por igual o que la orientación que
ofrecemos nosotros u otros líderes de la Iglesia sea simplemente otra opción
política o que sea una preferencia política entre otras muchas. Más bien,
exhortamos a los católicos a que escuchen cuidadosamente a los maestros de
la Iglesia cuando aplican la doctrina social católica a propuestas y situaciones
específicas. Los juicios y recomendaciones que hacemos como obispos
respecto a cuestiones específicas no tienen la misma autoridad moral que
las declaraciones doctrinales morales universales. Aun así, la orientación de
la Iglesia en estos asuntos es un recurso esencial para los católicos a la hora
de determinar si su propio juicio moral es consistente con el Evangelio y la
doctrina católica.