intrínsecamente malos”. Estos siempre se deben rechazar y ser objeto de
oposición y nunca se deben apoyar o aprobar. Un ejemplo claro es quitar
intencionadamente la vida de un ser humano inocente, como es el caso del
aborto provocado y la eutanasia. En nuestra nación, “el aborto y la eutanasia
se han convertido en amenazas constantes a la dignidad humana porque
atacan directamente a la vida misma, el más fundamental de los bienes
humanos y la condición para todos los demás” (
Vivir el Evangelio de la Vida
,
no. 5). Es un error con graves consecuencias morales el tratar la destrucción de
una vida inocente simplemente como una cuestión de decisión individual. Un
sistema legal que viola el derecho básico a la vida, basándose en que este es
una opción, es un sistema fundamentalmente defectuoso.
23. Asimismo, la clonación humana, la investigación científica destructiva
de embriones humanos y otros actos que violan directamente la santidad
y dignidad de la vida humana son también intrínsecamente malos. Estos
actos deben siempre ser rechazados. Otros ataques directos a la vida de seres
humanos inocentes, como lo son el genocidio, la tortura y atentar contra los
no combatientes en actos terroristas o de guerra, jamás pueden ser justificados.
Las violaciones de la dignidad humana, tales como los actos de racismo, tratar
a los trabajadores como meros medios para un fin, someter deliberadamente
a los trabajadores a condiciones de vida infrahumanas, tratar a los pobres
como objetos desechables, o redefinir el matrimonio para negar su significado
esencial, tampoco pueden ser jamás justificadas.
24. Oponerse a actos intrínsecamente malos, que devalúan la dignidad de
la persona humana, debería también abrirnos los ojos al bien que debemos
realizar, es decir, a nuestro deber positivo de contribuir al bien común y de
actuar solidariamente para con los necesitados. Como dijo San Juan Pablo II:
“El hecho de que solamente los mandamientos negativos obliguen siempre
y en toda circunstancia, no significa que, en la vida moral, las prohibiciones
sean más importantes que el compromiso de hacer el bien, como indican los
mandamientos positivos” (
Veritatis Splendor
, no. 52). Tanto oponerse al mal
como hacer el bien son obligaciones esenciales.
25. El derecho a la vida implica y está ligado a otros derechos humanos, a
los bienes fundamentales que toda persona humana necesita para vivir y
desarrollarse plenamente. Todas las cuestiones sobre la vida están conectadas,
ya que la erosión del respeto a la vida de cualquier individuo o grupo en una
sociedad necesariamente reduce el respeto a todo tipo de vida. El imperativo
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