Table of Contents Table of Contents
Previous Page  23 / 67 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 23 / 67 Next Page
Page Background

erróneos.

2

La virtud de la prudencia

19. La Iglesia promueve la conciencia bien formada no sólo enseñando la

verdad moral, sino también animando a sus miembros a desarrollar la virtud de

la prudencia, que san Ambrosio describió como “el auriga de las virtudes”. La

prudencia nos permite “discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien

y a elegir los medios rectos para realizarlo” (

Catecismo de la Iglesia Católica

, no.

1806). La prudencia forma e informa nuestra capacidad para deliberar sobre

las alternativas disponibles, identificar cuál es la más adecuada en un contexto

específico y actuar decisivamente. El ejercitar esta virtud requiere a menudo

de la valentía para actuar en defensa de principios morales cuando se toman

decisiones sobre cómo construir una sociedad de justicia y paz.

20. La doctrina de la Iglesia es clara al decir que el bien no justifica medios

inmorales. Al buscar todos nosotros el avance del bien común —defendiendo

la santidad inviolable de la vida humana desde el momento de la concepción

hasta su muerte natural, promoviendo la libertad religiosa, defendiendo el

matrimonio, alimentando al hambriento y dando techo al desamparado, dando

la bienvenida al inmigrante y protegiendo el medio ambiente— es importante

reconocer que no todos los proyectos de acción posibles son moralmente

aceptables. Tenemos la responsabilidad de discernir cuidadosamente qué

políticas públicas son moralmente sólidas. Los católicos pueden elegir

diferentes maneras de responder a los problemas sociales imperiosos, pero no

podemos alejarnos de nuestra obligación moral de ayudar a construir un mundo

más justo y pacífico con medios moralmente aceptables, de forma que el débil y

el vulnerable sean protegidos, y los derechos y dignidad humanas defendidos.

Hacer el bien y evitar el mal

21. Ayudados por la virtud de la prudencia en el ejercicio de una conciencia

bien formada, los católicos están llamados a tomar decisiones concretas

respecto a las opciones buenas y malas existentes en el ámbito político.

22. Hay cosas que nunca debemos hacer, ni como individuos ni como

sociedad, porque estas son siempre incompatibles con el amor a Dios y al

prójimo. Tales acciones son tan profundamente defectuosas que siempre se

oponen al bien auténtico de las personas. Estas acciones se llaman “actos

12