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38. Es importante dejar claro que las opciones políticas que tienen los
ciudadanos no sólo causan un impacto en la paz y prosperidad generales,
sino que también pueden afectar a la salvación del individuo. De igual
manera, las leyes y políticas apoyadas por quienes ejercen cargos públicos
afectan su bienestar espiritual. El papa Benedicto XVI, en su reflexión sobre
la Eucaristía como “sacramento de la caridad”, nos retó a todos a adoptar lo
que él denomina una “forma eucarística de la vida”. Esto quiere decir que
el amor redentor que encontramos en la Eucaristía debería formar nuestros
pensamientos, nuestras palabras y nuestras decisiones, incluidas aquellas
que tienen que ver con el orden social. El Santo Padre hizo un llamado a la
“coherencia eucarística” de parte de cada miembro de la Iglesia:
Es importante notar lo que los Padres sinodales han
denominado
coherencia eucarística
, a la cual está llamada
objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a
Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias
en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el
testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale
para todos los bautizados, pero tiene una importancia
particular para quienes, por la posición social o política
que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores
fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida
humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia
fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad
de educación de los hijos y la promoción del bien común en
todas sus formas. . . . (
Sacramentum Caritatis
, no. 83)
39. Esto exige un compromiso heroico por parte de los católicos que son
políticos y otros líderes de la sociedad. Habiéndoseles confiado una especial
responsabilidad por el bien común, los líderes católicos deben comprometerse
en la búsqueda de las virtudes, sobre todo el coraje, la justicia, la templanza
y la prudencia. La culminación de estas virtudes es la vigorosa promoción
pública de la dignidad de toda persona humana como hecha a la imagen
de Dios de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, aun cuando entre en
conflicto con la opinión pública actual. Los políticos y legisladores católicos
deben reconocer su seria responsabilidad en la sociedad de apoyar leyes
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